jueves, 13 de octubre de 2016

El rol del cuidador y su salud.

El rol del cuidador y su salud.

Dpto. Psicología ADEMMLlamamos “Cuidador Principal” a aquella persona sobre quién recae la responsabilidad de la atención y cuidado de la persona con discapacidad, y que con su labor aporta un mayor equilibrio al funcionamiento familiar.

La figura se va perfilando en el tiempo a medida que la enfermedad avanza y el afectado va siendo más dependiente.

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Fuente de la imagen: https://pixabay.com/static/uploads/photo/2014/09/22/01/10/solitude-455768_960_720.jpg

Esta persona ve poco a poco imposibilitado el desarrollo normal de sus actividades vitales y/o de sus relaciones sociales.

Su jornada de trabajo, no tiene límites establecidos, es una dedicación total, e incluye la noche. No es una labor remunerada y tampoco se establece para ella una formación asistencial.

En ocasiones las tensiones y dificultades derivadas de la situación de cuidado pueden conllevar  la aparición de conflictos o resentimientos entre las personas que participan en dicho cuidado. En estos casos, a la dificultad que supone la situación de cuidado se añade la presencia de sentimientos negativos y relaciones deterioradas entre los miembros familiares.

Toda la familia es preciso reflexione sobre la importancia del “Cuidado” y establecer los cuidados no sólo para la persona afectada sino también para quien ejerce de Cuidador Principal. Si éste último no recibe de cuidados, tarde o temprano enfermará, con lo que no podrá cuidar del afectado, dejando a la familia en una situación aún más crítica.

Si la familia no encuentra la forma de reequilibrarse,  la crisis familiar se establecerá de forma crónica poniendo en peligro a todos sus miembros, pero de forma más acusada en aquella persona que recibe menos cuidados y que por lo general,  se sitúa en la figura del Cuidador Principal.

Los factores que ponen en riesgo la salud de esta figura son:

Llevar una gran carga física y psíquica en su labor de cuidados pues se hacen responsables de todo aquello que el afectado no puede hacer por sí mismo.
Perder la independencia a medida que la enfermedad evoluciona, puesto que el afectado va siendo más dependiente
El tener un tiempo muy reducido, se desatienden a sí mismos, abandonan sus propios cuidados, sus actividades de ocio y aficiones. Desatienden a sus amistades u a otros familiares e incluso paralizan su proyecto vital.
Mantienen la exclusividad del cuidado: esto sucede porque todos los miembros familiares adquieren la idea de que es el cuidador principal quién realiza mejor esa labor de cuidados y es por ello que los demás eluden su responsabilidad.
La falta de reconocimiento a su labor
La soledad ante el cuidado, tanto a nivel práctico como a nivel emocional
Los sentimientos que generan malestar en el Cuidador son: sentimientos de culpa, de tristeza, de autosuficiencia,  de preocupación y ansiedad, de soledad, de irritabilidad.

Es de especial importancia aprender a combatirlos puesto que al cabo del tiempo todos estos sentimientos les predisponen a padecer trastornos psicológicos que se instauran y se manifiestan a través de la aparición de algunos de estos síntomas: tristeza, nerviosismo, irritabilidad, fatiga crónica, alteración del sueño, problemas de memoria y concentración, abandono de la propia salud y de su vida social, desinterés por su entorno, aparición de ideas suicidas o de huida. Cuando estos sentimientos que causan infelicidad no se mitigan con otras vivencias positivas hablamos de “Depresión del Cuidador”. Puede ser de carácter leve o severa.

Para prevenir su aparición, el cuidador principal tendrá que establecer su propio Plan de Cuidados:

No olvidarse nunca de sí mismo.
Saber delegar tareas en otros familiares.
Formarse e informarse de las técnicas y métodos para saber relajarse, y para evitar lesiones de espalda así como otras complicaciones propias de las tareas del cuidado y traslado del afectado.
Saber poner límites a las exigencias excesivas del enfermo.
No realizar por el afectado lo que este puede hacer por sí mismo.
Evitar el aislamiento.
Salir diariamente a la calle.
Conocer sus derechos a ser escuchados y a mostrar abiertamente al resto de familiares sus frustraciones y temores.
Si la familia posee recursos económicos suficientes, plantearse que el afectado sea acompañado o cuidado por un profesional unas horas al día, de forma que pueda descansar.
En el caso de que la familia no tenga recursos económicos suficientes, solicitar una ayuda a domicilio a los servicios sociales de su zona y ponerse en contacto con organismos de voluntariado que también pudieran ser una ayuda.
Participar en Grupos de Ayuda Mutua o Cursos de capacitación donde tienen la posibilidad de:
Conocer gente en sus mismas circunstancias.
Contrastar experiencias ajenas y aportar las propias.
Moverse en un ambiente de comprensión y cariño.
Romper el aislamiento social en el que a veces se van viendo inmersos.
Abandonar la monotonía diaria.
Pasarlo bien.
Sentirse útiles.
Bibliografía:

“Un cuidador. Dos vidas.” Programa de atención a la dependencia. Apoyo al cuidador familiar. Obra Social Fundación “la Caixa”.

“La salud del cuidador principal”. Noticias E.M. Revista nº 69.

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